Atardecer de la espiga - German Albornoz Pellecer




En las breves páginas de “Atardecer de la espiga”, hay muchos códigos que forman parte integral de nuestra sociedad y sus valores compartidos que por muy añejos y ancestrales siguen tan vigentes en nuestro imaginario individual y colectivo. La soledad de los recuerdos es para algunos poetas lo que el “pi” para los matemáticos, una constante, German lo poetiza bien: “Ante qué puerta espera sentada tu caricia” o “los cafés siguen abiertos entregándose al calor de las manos”, a manera de sinécdoque de algo más complejo o más simple.
La extrapolación de las pasiones y su simbolismo social, la metamorfosis semántica y espiritual de la palabra: “Te desnudas hablando con Dios/ viajas por el aire”, un Dios no necesariamente abstracto, sino quizá demasiado terrenal y concreto, muy de acá, algo que como humanos nos ata irremediablemente a “Ella” o “Él”, y se hereda generacionalmente a través de la historia o por imposición de un sistema social debilitado que actúa en detrimento de la humanidad: “Recuerda/ te encerraban después de cenar/ repetidamente te hablaban del infierno/ antes de dormir”. (Mariano Cantoral).

(Presentado en Arte café, Amatitlán, Guatemala, en diciembre de 2009. Comentado por Juan Pablo Dardón.)

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